Jonadab
Jonadab le sugirió: “Acuéstate y finge que estás enfermo. Cuando tu padre vaya a verte, dile: ‘Por favor, que venga mi hermana Tamar a darme de comer. Quisiera verla preparar la comida aquí mismo, y que ella me la sirva'”. 2 Samuel 13:5.
¡Qué amigo! Conoce al príncipe. Conoce al rey. Sabe lo que puede esperar de cada uno de los actores de la historia. Las ideas que da son: finge, miente, viola. Puedes no creerlo, pero su nombre significa: “Jehová es generoso”.
Alguien que se llama “religioso”, que anda siempre cerca del Templo, es mentiroso e inmoral. Algo está mal.
Jonadab, el “amigo religioso” del príncipe heredero, en realidad fue la voz del tentador. Es de aquel tipo que después del culto del sábado de tarde te invita a tomar una cerveza. Es de aquellos que te hacen escuchar una música religiosa (con algún ritmo extraño) en el mismo celular donde te muestran fotos pornográficas.
Lo que está mal es que jóvenes cristianos mientan, finjan, participen de acciones inmorales, se comporten como hijos de las tinieblas. Lo que está mal es que Jonadab todavía esté vivo en cada uno de nuestros corazones. Él es el que va a la iglesia; puede llegar tarde, pero va. No porque esté interesado en su vida espiritual, no porque sus principios religiosos sean valiosos, sino porque allí están sus conocidos, allí está el grupo con el que se relaciona, allí se encuentra con cualquiera… menos con Jesús.
Jonadab es del tipo de joven que pasea por la iglesia, que hasta puede tener amigos en la iglesia, que conoce la teoría de la iglesia; pero que no entrega su vida a Cristo ni hace de la religión una práctica diaria. Es un religioso a medias. Es un casi cristiano. Es una vergüenza total para el Reino de Dios.
Para tener amigos como él, es mejor no tener amigos. Porque el gran problema es que Jonadab (y todos los que son como él) no es impío, no es ateo, no es ladrón. No. Es “cristiano”, es decir, cristiano de mentira. Ellos no se burlan de Dios, no están todo el día maldiciendo; ellos parecen buena gente, parecen buenos amigos; parecen… pero no lo son.
Por favor, no elijas amigos como Jonadab. No valen la pena. Cuando Amnón murió, su amigo Jonadab estaba bien lejos él.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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