Abigaíl
Cuando Abigaíl llegó a la casa, Nabal estaba dando un regio banquete. Se encontraba alegre y muy borracho, así que ella no le dijo nada hasta el día siguiente. 1 Samuel 25:36.
La imprudencia no tiene límites. Mientras David, acompañado por cuatrocientos hombres armados, estaba caminando hacia su casa para matarlo, Nabal estaba de fiesta. Además de mal educado, era bastante inconsciente.
Abigail es la contracara. Escucha la historia y actúa con la rapidez, la inteligencia y la prudencia que la situación requería. Creo que ahí está la primera lección que nos enseña la historia de esta mujer: hay momentos en la vida en que no podemos esperar para intentar solucionar un problema.
Pienso que muchas amistades terminan porque esperamos para intentar solucionar algún malentendido. Ella actúa con rapidez, pero no apresuradamente. La inteligencia que demuestra en la ocasión la lleva a dar a David los alimentos que él había pedido.
¿De qué serviría si ella llegaba ante David con su prudencia, su belleza y rápidamente, pero con las manos vacías? Quizás el rey hubiera perdonado la vida de su gente, pero su ejército continuaría con hambre. Es un poco parecido cuando una persona nos dice que tiene hambre y nosotros le respondemos, prontamente y con halo de espiritualidad en la voz: “Voy a orar por ti”. La oración es lo mejor que podemos hacer como seres humanos; pero en ese momento, nuestro hermano necesita pan. Dejarlo con hambre es “lavarnos las manos”.
Abigail actúa rápido, lo hace con inteligencia, pero no se conforma con mandarle entregar a David un poco de comida. Ella va personalmente y, sin que él sepa quién era, se arroja a sus pies y reconoce la culpa por no haber visto a los mensajeros de David. Obviamente, no era culpa suya que su marido fuera un grosero, pero las personas prudentes están atentas a lo que quienes las rodean hacen o dejan de hacer; y más cuando la mala educación y la necedad son las compañeras naturales de estos últimos.
Si hoy te toca pasar por alguna situación complicada, aunque sea por culpa de otro, Abigail nos enseña a actuar con presteza, pero sin apresuramientos; a decidir con inteligencia cada acción que realicemos, y a ser prudentes con cada palabra que digamos.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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