Los habitantes de Jabes Galaad
Entonces preguntaron: “¿Cuál de las tribus de Israel no se presentó ante el Señor en Mizpa?” Y resultó que ninguno de Jabes-Galaad había llegado al campamento para la asamblea. Jueces 20:8.
Por el pecado cometido por algunos hombres de una ciudad de Benjamín, casi toda la tribu fue exterminada. Ese es otro aspecto negativo del pecado: puede ser personal, en algunos momentos puede rozar lo íntimo, pero nunca sabes cómo serán sus reflejos y a cuántas personas alcanzará.
Piensa en cualquier pecado, la mentira, por ejemplo. Uno es el mentiroso. Quizás la mentira se refiera a una sola persona. Solo que esa mentira será pasada por el mentiroso a otra persona. Así
se inicia la famosa bola de nieve.
En este momento de la historia, el pueblo de Israel está preocupado porque debido a una guerra interna (casi) exterminaron a una de las tribus. No sé cuál sería la mejor solución, pero muchas veces actuamos con decisión, pero sin pensar. Exterminamos reputaciones. Matamos ilusiones. Aniquilamos buenos nombres por una situación particular, específica, seguramente errada, solo que después, al enfrentarnos con las consecuencias de nuestra acción, nos damos cuenta de que el castigo fue exagerado.
Por alguna razón, los hombres de Jabes-Galaad no se presentaron a luchar contra la tribu de Benjamín cuando se realizó la convocación a todo el pueblo, motivados por el cadáver seccionado que el levita envió a todas las tribus. La promesa realizada en su momento fue que quien no se presentase, sería muerto. Ahora es el momento de cumplir con esa parte del juramento. Otra matanza entre hermanos.
Espiritualmente, muchas veces nos comportamos de la misma manera: atacamos a nuestros hermanos. Sin necesidad de promesas rotas o convocaciones no respondidas, apenas por la inclinación pecaminosa de realizar una maldad.
El primer efecto del pecado humano fue el cambio inmediato del mundo en el que Adán y Eva vivían. A partir de ese momento, las transformaciones se fueron sumando, como una larga reacción en cadena a partir de una causa inicial. Esa cadena pasó por la tribu de Benjamín, por Jabes-Galaad… y por tu vida. Recuerda: la solución para el pecado no es más pecado, no es otro pecado,
no es un ritual ni una música ni un sermón. La única solución es Jesús.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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