Moisés
Por la fe Moisés, ya adulto, renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar de los efímeros placeres del pecado. Consideró que el oprobio por causa del Mesías era una mayor riqueza que los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. Hebreos 11:24-26.
No sé qué estás dispuesto a dejar, abandonar o hacer por Cristo. Abraham dejó una ciudad que, en la época, era próspera y moderna. Moisés, el palacio del mayor imperio del mundo en el momento. Cristo, el cielo. ¿Y tú?
Cuando lo que Dios nos pide que dejemos viene al encuentro de lo que nosotros queremos dejar, la situación es tranquila y fácil.
Se complica cuando, a veces, Dios nos pide que abandonemos personas que nosotros amamos, lugares en los que nos sentimos cómodos, actividades que nos dan placer, cosas que son importantes para nosotros. Por una u otra razón, los pedidos de Dios son difíciles de satisfacer y complicados de llevar a cabo.
De cualquier forma, lo que Dios te propone a cambio siempre es mejor. A Noé le pidió que deje sus cosas y entre en un barco. Le dio, a cambio, un mundo; quizá no tan bonito como el que conocía, pero el mundo entero. A Moisés le pidió que dejara el palacio. Le dio, a cambio, un paraíso. La misma oferta te la hace a ti hoy. No sé qué es lo que te pide, sé qué es lo que te ofrece: la salvación.
Es como que un multimillonario te ofreciera una mansión, una cuenta bancaria con varios ceros al final y ropas de marca por tus trapos de inmundicia. Por tu nada, él te ofrece todo. Lo absurdo de la historia es que nosotros -pequeños pordioseros espirituales- nos aferramos de nuestros harapos. No los queremos abandonar. Nos parecen importantes.
La llave de la elección de Moisés fue que él tenía los ojos puestos en la recompensa. Creo que ahí está el gran secreto de su éxito… y de nuestro fracaso. Tenemos los ojos puestos tan abajo, tan en nuestro ombligo, tan en el hoy que no conseguimos ver la recompensa. Así, perdemos la proporción y la perspectiva.
La propuesta divina continúa siendo la misma que hiciera a Moisés. Espero que nuestra respuesta sea la misma que la de él.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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