Conductismo cristiano
Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre. 1 Corintios 9:26, 27.
Si bien es cierto, por mucho esfuerzo conductual que hagamos, hay cuestiones alojadas en el inconsciente que no pueden resolverse meramente por el uso de la voluntad, y en la lucha contra el pecado tampoco es suficiente contar solamente con nuestra capacidad volitiva, es importante prestar atención a la formación de hábitos correctos y a la eliminación de hábitos nocivos.
Muchas de nuestras conductas nocivas responden a hábitos contraídos, y las repetimos de torma automática. Las neurociencias nos hablan de los “surcos” que se forman en el cerebro al contraer hábitos.
Una definición conocida dice que “los actos repetidos forman los hábitos, los hábitos forman el carácter y el carácter determina el destino”.
Estos hábitos no tienen que ver solo con lo que hacemos; también existen hábitos de pensamiento, y muchos son esclavos de ambos tipos de hábitos. Con la ayuda de Dios, revisemos nuestra conducta y nuestra forma de pensar, y procuremos abandonar los hábitos que nos pueden estar esclavizando y limitando nuestra capacidad de gozar de la vida.
San Pablo reconocía esto cuando escribió nuestro texto de reflexión para hoy. En forma figurada, nos dice que él golpeaba su cuerpo; ponía en servidumbre su cuerpo, su conducta, para no dejarse gobernar por sus pasiones, inclinaciones o pensamientos erróneos. Habla de una autodisciplina, un autogobierno, el no consentir las conductas nocivas y, por el contrario, incorporar conductas elevadoras y ennoblecedoras.
Además, la profusión abundantísima de apelaciones éticas que se encuentran en toda la Biblia nos habla de una gran prescripción de conductas, por parte de Dios, para que rijamos nuestra vida por ellas y formemos buenos hábitos, y abandonemos conductas y hábitos faltos de ética.
Con la ayuda del poder de Dios, nuestra voluntad puede potenciarse para controlar nuestra conducta, desechar los malos hábitos y contraer aquellos que nos darán una vida ordenada, metódica y clara.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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